lunes, 3 de enero de 2011

09 - Las posibilidades expansivas de la imaginación

   Cuando uno se pone a ordeñar ideas es importante acercarse a la ubre por el lado correcto. Se sabe de los poco felices inconvenientes que puede traer el encontrar una idea fantástica de espalda, o chocarla de frente.
   La forma más segura de ordeñar ideas es acercarse por alguno de sus laterales, sin que ésta se de cuenta de nuestras intenciones hasta que esté al alcance de la mano. He probado decir algunas palabras lisonjeras (o insinuaciones) a distancias mayores, pero la ubre de ideas simplemente se da vuelta y huye. También intenté quedarme en mi lugar, esperando que alguna idea de movimientos erráticos se me acerque, para entonces proceder a atraparla y ordeñarla. Esta opción tiene resultados muy variables, siempre sensiblemente peores a un acercamiento cauteloso pero constante.
   Estimo que es claro que me refiero a las ideas vacunas, esas que vienen en rumiantes de cuatro patas, con ojos vacíos y ausentes. Esas son las ideas que pueden ordeñarse.
   Hay otro tipo de ideas, las que deben atraparse. Esas vienen en envase de marsupial o escualo. Las que vienen en envase de canguro van saltando por los páramos australianos. Primero debe de atraparse al canguro, para luego comprobar si tiene, o no, alguna idea en su bolsa. En caso de encontrarse con una idea saltarina, es menester seducirla con caramelos de chocolate con menta y palabras amables.
   Las ideas de los escualos tienen que ver con sangre y focas (o surfistas). Son ideas malignas, aunque también inocentes, es decir no malas en sentido moral, sino peligrosas para otros vivientes.
   Es cuestión de tener el taper dispuesto para así comenzar bien el año.

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