martes, 15 de marzo de 2011

20 - El mar y las estrellas

   Era cuestión de pasar unos dias flotando sin gravedad para comprender que el problema radicaba en las bolitas negras. Eran cositas muertas, tal como sospechaba. Cada vez que miraba el aciago frasco me agarraba una pesadez, una melancolia tipo atracón de sinsentido en un paro de trenes.
  
   Cantalino (lo escribi asi adrede) no venía con manual de instrucciones, aunque sus semanas en la crisálida lo habían enderezado un poco. Sospecho que era para mostrar -en acto- que la vida también viene sin instrucciones, o que el universo entero es una gran enseñanza. Un poco como todo lo que uno aprende de mirar las estrellas. Podría escribir: las estrellas tiritan azules a lo lejos, pero segun los físicos revientan como bombas H en continuado, y otros aducen que tienen muchos gases en base a un análisis espectrográfico.
  
   Las bolitas negras son como pus del corazon, signo de infección, y un poco más tirando a necrosis de heridas incurables. Cosa buena que los enanos puedan expulsarlas, a nosotros nos quedan las lágrimas y las palabras.

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