Esto, como comencé diciendo, me resulta inconveniente. Por varias razones, una de orden práctico, y es que hay muchísimas posibilidades de medias naranjas, y no sabría como reconocerlas. Además, creo que hay medias naranjas, medios limones, una variedad total de frutas en los jardines del mundo, y que quizás sea preferible una media manzana verde a una media naranaja, o un medio limón.
Lo segundo es que deja las cosas muy libradas a esa fuerza misteriosa que damos en llamar destino.
Lo tercero es que impide creer en el amor, ya que suplanta eso de elegir y esforzarse por una especie de completud a darse de forma cuasi automática, alentando al rápido reemplazo de partes frente a desajustes menores.
Finalmente, recordando mis enamoramientos recientes, solo puedo decir que me gustan personas bastante disímiles a mí, o entre sí.
En fin, como conclusión, pinta carta, en esta ocasión se trata de algo serio para alguna ilusión ya abandonada:
Querida Amelia,
Es un día en el que estoy contrariado. Creo que tampoco fue un
buen día para vos, y eso me impone una respetuosa distancia. Mañana no te voy a
ver, y quisiera verte. Hoy te vi triste y bonita, aunque creo que no me miraste en
todo el día. No encontré nada de lo que esperaba encontrar, no hubo
eco en tus ojos.
A veces me ilusiono planeando campamentos
y excursiones que no son proyectos, sino más bien sueños diurnos. Por ejemplo, la
primera cuestión, básica, es el charango en la mochila, y un diapasón, sagrado
elemento de afinación. Después considero necesaria tu voz, y un cancionero para
ponernos de acuerdo, porque seguramente conozcamos canciones distintas.
Después, para mí, un sikus o un pinkullo, y hojas blancas, biromes y
carbonillas, o si no, unos más humildes lápices. Para ambos, cámara digital
(con bastante baterías y memoria) y carpa para tres, cosa de que no se imponga
la humanidad de ninguno de los dos sobre la del otro. Creo que eso es lo
importante; a lo que luego agregaríamos lo necesario, como la comida, bebida, bolsas de
dormir, bronceador, cepillos de dientes, marmita, calentador, garrafitas de
gas, etc. Un detalle: prefiero la luna y las
estrellas a las linternas.
El lugar es otro tema a considerar. Desde
hace años sueño con volver al Chaltén. La única vez que fui estuve tarareando
el unplugged de Soda Estéreo, respirando patagonia y naturaleza, y diciéndome a
mí mismo "esto es hermoso, y voy a volver". Aunque creo que el lugar particular es lo de menos,
mientras haya montaña y árboles, y arroyos.
Una ciudad donde hay que ir es Praga. En
el río, en vez de patos o gaviotas, hay cisnes; y la ciudad tiene una
melancolía kafkiana que ahoga, donde para respirar en la bruma hay que besarse.
Pasa algo parecido en Venecia, pero es más trillado.
Dicen que París... yo quiero viajar a
Asia, que me pongan un tercer ojo naranja en la frente, y me digan palabras que
no entienda, y estar tan lejos de casa que hasta las miradas me hablen en otro
idioma (todas excepto la tuya).
Bueno, aún no te dije nada y te invité a
pasear por mi mundo, que quizás empezará en un café, o en una excusa banal. ¿Cuántas cosas se pueden esperar y cuánto
tiempo? Espero nos
encontremos a mitad de camino entre el apuro y la necesidad de tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario