martes, 26 de junio de 2012

Coartadas

   Cuentan los historiadores que se ocupan de cosas inútiles que los reyes católicos de España se iban de vacaciones a la localidad de Babia, y que solían aducir, cuando no deseaban recibir alguna visita inoportuna, que se encontraban en el antedicho lugar. También relata mi amigo senegalés que los jefes de su tribu tenían un lugar semejante (lo pronunció con tres chasquidos y un gargajo, aunque no sé si este último era parte del nombre o producto del resfrío). Más cercano a mi realidad, mi jefe anterior estaba discrecionalmente en reuniones, y algunos otros se refugian en enfermedades variadas.
   Las coartadas entonces cumplen una función sumamente útil, la de operar como barrera diplomática y frustrar al "otro de la cargosidad". Tienen además una función adicional, que es la de indicar que uno tiene ocupaciones más felices que recibirlo. O para decirlo a secas, que es feliz sin él.
   Mi amigo senegalés dijo que en su pueblo tenían un dicho, Eee me ka kaj [sput] [sput] os [sput] os [sput] ones (los "sputs" son escupidas). Cuando se cayó al piso, y mientras lo acompañaba en la ambulancia, comprendí que quiso decir "se me cagaron los pulmones". Y solo escribo hasta acá, me acaba de venir una sensación de siniestro de la que mejor no decir nada.

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