lunes, 19 de marzo de 2012

Fanum

   Hay momentos inigualables donde alguien pasa de ser un idiota inespecífico a tener una insanía delimitada.
   Solo para contextuar, ubicaremos que en latín "fanum" quiere decir "lugar sagrado", y tendría cierto parentesco con la epifanía, el fanatismo, las cosas diáfanas. Remontándose hacia atrás está el "fanerós" (φανερός) y "fanés" (φανής) de los muchachos griegos, pero traducir esas palabras es un exceso melifluo de elocuencia, más cercano a la pedantería inútil.
   Mejor ir directo al meollo del asunto (los parágrafos que siguen están redactados en primera persona solo para facilitar la identificación proyectiva)

   Situación A: Me encuentro en un local bailable, danzando de manera un tanto espasmódica (es decir, marcando hoscamente el tiempo de negra con los pies, y las corcheas o semicorcheas, según el nivel de energía, con los brazos y manos). En ese momento reparo en una apuesta joven que  mira, y yo la miro, y ella me mira, y yo la vuelvo a mirar. Se presenta allí una catarata de pensamientos y hormonas, además de un vacío en el pecho que impiden la única resolución sensata del asunto: encarar a la fémina.


   Situación B: Estoy dialogando animadamente con una niña crecida hasta mi edad, (es decir, para nada una niña). Como quien no quiere la cosa, empieza un ir y venir de indirectas, y noto que sus pupilas se dilataron, y que no es la única circunstancia de esa índole. Comienza entonces una sensación de vértigo, como de susto a las alturas y  luego de presentar flojas excusas me voy a reflexionar sobre lo ocurrido, para resolver que no debería de haberme ido.


   Situación C: Hay alguien que me gusta más o menos. Es decir, lo suficiente como para interesarme, pero no aún lo necesario como para que sea inevitable hacer algo. A medida que el más es más que el menos, se multiplican la gente que me gusta -en competencia con el primer alguien- con el resultado óptimo de un enamoramiento múltiple, cual agitar los brazos al éter del amor.


   Situación D: Sé escribir cartas de amor, pero no sé enviarlas. Todas son de contundente elocuencia, pero temo que sean tomadas excesivamente en serio y que alguien me ame absorbentemente por siempre, chupándome la vida hasta dejar solo los huesos, o menos.  

   El joven en cuestión -llamémosle Miguel- no se había percatado cuál era en realidad el problema, sino que había acudido a racionalizaciones arborescentes (éticas, morales y estéticas) para justificar la ubicuidad de la circunstancia.
   En determinado momento tuvo una revelación... (TO BE CONTINUED... differential diagnosis)

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