viernes, 18 de noviembre de 2011

La insolencia de las palomas

El asunto, entonces, no es tanto contar una historia de pájaros, sino pensar la geografía de su mundo, evaluar la dirección de sus miradas y sentir la gravitación de sus aleteos. Discernir si sus defecaciones son dirigidas, o son análogas al juego infantil de escupir por los balcones para ver si le cae el gargajo a algún transeúnte.Así la cosa, había un palomo que estaba queriendo merecer. Había aprendido con esfuerzo y tenacidad una multiplicidad de arrullos y hululeos.
Se buscó una señora paloma por su zona de influencia. La empezó a cortejar bailando en círculo sobre sí mismo, mientras la bicha en cuestión picoteaba alguna porquería del piso. Profirió algunos arrullos intrincados e hinfló el plumaje de su pecho, a la par que continuaba la alocada danza del círculo. La palomita seguía picoteando porquerías. Luego, ella levantó vuelo, mientras el instruido palomo seguía girando enloquecido. Algunas horas después el palomo se murió.
Dicen que eso es metáfora de la vida de las golondrinas, que la vida de las golondrinas es metáfora de la vida de los perros, y que la vida de los perros es metáfora de la vida de los hombres (en general omitiendo la parte de oler traseros, pero con la fijación escópica aún activa).

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