martes, 26 de agosto de 2014

Consideraciones

Ya es tarde para dormir, otra vez.
Sufro de anhelos. Sufro para no dejar ir, y en este estar sufriente estoy, pero ya odio estar.
Me voy para que me busquen, me buscan y es siempre otra cosa.
Es el estribillo repetido, el optimismo gastado y el aburrimiento de lo mismo.
Me cansé, pero no ese cansancio del día, de la semana, del año. Es un cansancio cualitativo, un desgano de haber hecho demasiados intentos, desgano sensible, metódico.
Me cansé de explicar, me cansé de que la cosa me quede adentro.
Me cansé de viajar, me cansé de quedarme.
Sufro de querer solucionar problemas, sufro de creer.
Sufro de esperar que el otro cambie, sufro de aceptar que el otro es así.
Sufro con los que se fueron hace demasiado poco, y con los que nunca vienen ni se van.
A veces sueño con soñar.
Sufro de buscar lo que siento que me falta.
Varios estribillos que vuelven, como las mascaritas, y cierta mentira necesaria. Como las cosas de siempre.
Me aburrí hasta la náusea, quise vomitar y no pude. Quise llorar y solo logré entristecerme un poco más, las lágrimas tampoco quieren venir.
Sufro de ser tremendo, sufro de tener demasiados puntos de vista.
Sufro de puertas invisibles, de gritar a oídos cercanos, de susurrar lo que tendría que decir en voz alta.
Es tanto el cansancio que ya no me deja dormir.
Sufro de pensar que me van a leer y voy a quedar pegado a mis palabras. De la poca sutileza que implica no reconocer que la escritura es también una forma de nacimiento: poner afuera lo que ya aburrió dentro. Escribo lo que fui, entretanto voy siendo otra cosa.
Sufro de los demás y de mis distancias. Barreras hechas para que alguien se anime a entrar y tenga cuidado, que simulan ser trabas para quedarse afuera.
Sufro de inventos.
Sufro esta envoltura de letras mortificantes, repeticiones de lo indeseable, juegos truncos, malentendidos.
Sufro de seguir hace meses en el mismo día.
Para dormir, otra vez.